acelga
Papel de acelga
Beta vulgaris var. cicla
Las acelgas quieren y sufren cualquier aire.
Gabriel Alonso de Herrera. Agricultura general, 1513.
¡Una acelga de plata consagrada en el templo de Apolo, en Delfos! Es una buena muestra del aprecio que esta hortaliza tenía en Grecia. Los romanos la llamaron Beta, por su parecido a la letra griega, y extendieron su cultivo. Desde la antigüedad clásica, su popularidad y la recomendación de su consumo alcanzó a Hispania y se mantuvo durante toda la Edad Media.
El agrónomo y humanista Alonso de Herrera la incluyó en su
Libro de Agricultura que es de la labrança y criança, y de muchas otras particularidades y provechos del campo… por su facilidad de cultivo:
si bien las labran hácense grandes, y onde una vez las siembran si no las arrincan verdes nunca se pierden, ni tienen necesidad de tornarlas á sembrar alli, que de la simiente que dellas cae tornan á nascer, y de la simiente de una mata nascen unas acelgas que al primer año no llevan simiente, ni hacen tallo ó mástil, y estas son muy buenas para comer…
Gabriel Alonso de Herrera, (1513). Agricultura General, Capítulo XI, De las acelgas. Madrid: Imprenta Real. 1819.
El s. XVII asistió a un descenso de su popularidad. ¿Quizá fue el abuso de su consumo lo que dio pie a la expresión peyorativa “cara de acelga” que se acuñó en esa época? Será la Francia del dieciocho la que le devuelva su anterior status. Desde entonces y hasta ahora, se le han reconocido un sinfín de beneficios.
Si sus pencas son muy grandes y no te gustan porque amargan, puedes convertirlas en un papel de acelga que te sorprenderá por su delicadeza.